En base a la teoría de la estructuración social de Anthony Giddens y la teoría del actor-red de Bruno Latour, nos cuestionamos acerca de la constitución y reproducción del marco dentro del cual se experimenta el mundo social a través de las interacciones entre agentes o actantes, y el rol del poder en dicha dinámica.
“If you talk with a puppeteer, then you will find that he is perpetually surprised by his puppets. He makes the puppet do things that cannot be reduced to his action, and which he does not have the skill to do, even potentially. Is this fetishism? No, it is simply a recognition of the fact that we are exceeded by what we create. To act is to mediate another’s action. But what holds upstream for manufacture also holds downstream for manipulation. Let us suppose that something else is, metaphorically, pulling the strings of our puppeteer –a social actor, the “artistic field,” the “spirit of the times,” the “epoch,” “society” and so forth. This new actant, behind him, can no more master him than he can in turn master the puppet. One can only associate mediators, no one of which, ever, is exactly the cause or the consequence of its associates. Thus it is not the case that there are actors on the one side and fields of forces on the other. There are only actors-actants-any one of which can only “proceed to action” by association with others who may surprise or exceed him/her/it.”
Latour, B. 2002.
On Interobjectivity,
p. 237.
“Responder a la pregunta cotidiana más simple o responder al comentario más superficial, exige la puesta entre paréntesis de una serie casi infinita de posibilidades abiertas al individuo. Lo que hace a una respuesta dada ser «apropiada» o «aceptable» es su inclusión en un horizonte compartido –no justificado ni justificable– de la realidad. Una realidad participada por individuos y cosas es simultáneamente robusta y frágil. Su solidez se transmite por el elevado nivel de fiabilidad ínsito en los contextos de la diaria interacción social, tal y como estos son producidos y reproducidos por agentes desprovistos de conocimientos especializados.”
Giddens, A., 1996.
Modernidad y Autoidentidad”,
p. 44.
De acuerdo a A. Giddens (1995, p. 51), el concepto de poder se entiende en relación a la acción de los agentes, y remite a su capacidad de intervenir (o no) en el mundo, influyendo en él a través del despliegue de acciones causales que medien las acciones del resto de los agentes, sea coerción física, el desarrollo de una ideología, o la movilización de recursos. El poder es interpretado mediante la dualidad de su estructura, compuesta por recursos y agentes, donde el poder ejercido por los segundos permite la movilización de los primeros, caracterizando toda acción y conducta (Ibíd., p. 52). De esta manera, poder sería el posicionamiento de los intereses o preocupaciones propios de los agentes hacia el resto de ellos aún ante su resistencia, produciendo los resultados deseados (Ibíd., p. 51).
En B. Latour (1981, p. 286), poder refiere a una interacción social regulada, donde una parte ejerce influencia respecto de sus intereses y motivos propios por sobre las acciones de otros. El poder ejercido por los actantes media la interacción del resto, a través de la asociación y disociación de elementos de la red sociotécnica en la cual las interacciones se desenvuelven. Esto debido a que, desde la teoría del actor-red, toda interacción social se comprende como enmarcada dentro de una red, que corresponde al conjunto de actantes mediando asociaciones de forma constante (Latour, 1996, p. 237), donde los objetos inmateriales también son considerados como actantes en su condición de elementos que median las interacciones por su mera disposición dentro de la red. Entonces, los actantes logran posicionar su interpretación de la sociedad de acuerdo a sus intereses al integrar elementos a la red que otorguen durabilidad a las interacciones que les son convenientes (Latour, 1995, p. 252).
Ambos autores coincidirían en que el poder implica la movilización de recursos. En Giddens, éstos son “medios a través de los cuales se ejerce poder, como un elemento de rutina de la actualización de una conducta en una reproducción social” (1995, p. 52), mientras que en Latour los recursos refieren a los “elementos y conceptos habitualmente usados para describir el mundo social y natural” (1981, p. 286), y las relaciones entre ellos. Ambas movilizaciones inciden o median las conductas de los demás sujetos en base al ejercicio práctico de mediar la experiencia del otro en base a una alteración interaccional insertada en el campo social.
Tanto en Giddens como Latour existe referencia al concepto de durabilidad, que versa sobre la regularización en el tiempo y el espacio de ciertas relaciones sociales (Giddens, 1995, p. 52); es decir, la institución de regularidades sociales mediante su reificación que continúa ejerciendo agencia, en tanto “fluir continuo de conducta” (Ibíd., p. 41). En Latour, la durabilidad refiere a la resistividad de los elementos dispuestos por los actantes, donde los más duraderos a la persuasión, violencia, y negociaciones son capaces de formar parte del Leviatán, al estabilizarse en cajas negras como crecimiento social (1981, p. 284). Existiría consenso en ambos autores sobre la fragilidad de las interacciones sociales directas e inmediatas, y ergo, acerca de robustecer las redes/estructuras que las sustentan.
Según las citas seleccionadas, podemos ver cómo Giddens (1996, p. 44) plantea que las interacciones sociales sólo pueden cobrar sentido en el marco de las instituciones construidas previas al acto de interactuar, constituyendo un horizonte de realidad puesto “entre paréntesis” en pos posibilitar interacciones más complejas; es decir, las instituciones sociales posibilitan y determinan el carácter de las interacciones en tanto fundamentan su praxis. De la misma manera, Latour (2002, p. 237) argumenta cómo las interacciones y sus productos exceden a sus actantes, en tanto actuar es mediar la acción del otro (2002, p. 237), y al actuar generamos nuevos actantes que continúan mediando la red con su presencia: construimos realidad. Así, “human interaction is most often localized, framed, held in check. By what? By the frame, precisely, which is made up of non-human actors”, plantea Latour (2002, p. 238). A pesar de que Giddens no pone énfasis en el carácter material del marco, desde la cita seleccionada correspondiente a dicho autor se subentiende que sí interpreta la realidad social como construida tanto por individuos como elementos no-humanos –actantes en Latour–, y gradados según una solidez –durabilidad– que posibilita interacciones sociales que de lo contrario serían en extremo complejas, y más aún, las interacciones adquieren un carácter socialmente válido (inteligible, contingente, pertinente) gracias a dicho marco de orientación. La interacción humana se enmarcaría por la agencia institucionalizada: actividades humanas recursivas donde “los agentes reproducen las condiciones que hacen posibles esas actividades” (Giddens 1995, p. 40). Las actividades individuales, basadas en estas condiciones dadas con anterioridad (las cajas negras sobre las cuales se constituye el horizonte compartido de Giddens, o el crecimiento social de Latour), se constituyen en una pauta para la conducta intencional de los agentes (Ibíd., p. 50); es decir, un “ciclo de realimentación no reflexiva”, donde las acciones tienen consecuencias no-buscadas basadas en la red que posibilita y curva dichas acciones (Latour, 1981, p. 286). Estas actividades localizadas tienen la consecuencia de regularizar las acciones de los agentes (Giddens, 1995, p. 51); es decir, los agentes enactan una realidad constituida por el marco de interacciones sociales reificadas previamente, dado que la forma que ha tomado la red –debido a las asociaciones y disociaciones ejercidas (y en ejercicio) por otros actantes– dan forma, o bien median, las interacciones que en dicho entorno se realicen.
Las interacciones socialmente mediadas que enactan las instituciones existentes refieren al concepto de performatividad, entendido como un proceso de repetición regularizada de normas que no sólo son performadas por el sujeto, sino que posibilitan y constituyen al sujeto mismo (Butler, 2014, p. 120). Se trata de una producción ritualizada de las interacciones sociales que son reiteradas por presión social, criterios técnicos e institucionales, socialización, e incluso amenaza de sanción social o legal, pero que no son absolutamente deterministas (Ídem). En consecuencia, y volviendo a los conceptos de poder manejados por cada autor, la capacidad de intervenir en el mundo contemplada por Giddens se verá determinada instrumentalmente por su capacidad de despliegue en pos del posicionamiento de sus propios intereses, en contraposición a los intereses vueltos coerción (sea física, institucional o ideológica) ya desplegados por actores con mayor capacidad de movilización de recursos; es decir, con un mayor poder de forzar la performatividad de una sociedad bajo su interpretación. En el nivel planteado por Latour, la capacidad de asociar y disociar elementos a la red (análogo al despliegue de Giddens) será intercedido por la agencia de los elementos ya dispuestos en el campo social por macro-actores que comparten intereses hegemónicos, u operan en lógicas funcionales a la hegemonía, y por ende, con una mayor capacidad (fuerza) para disociar y asociar elementos en la red. No se cambia, entonces, el entorno mediante el ejercicio del poder, sino que el poder surge de la capacidad de cambiar el entorno, emanando de la capacidad práctica de intervenir en la red. El poder, por consiguiente, tendría un origen material, en su capacidad de coercionar a otros en base a su acumulación, cual capital, o bien como la capacidad práctica de posicionar dichos recursos en el plano de lo social, como mediación o construcción efectiva del marco en el que se desenvuelven las interacciones de los demás. Bajo la teoría de la performatividad, salvo el poder, todo es ilusión.
Referencias:
- Butler, J. (2014). Phantasmatic Identification and the Assumption of Sex. In Bodies That Matter (pp. 93–120). Routledge.
- Giddens, A. (1996). “Modernidad y Autoidentidad,” en Las Consecuencias Perversas de la Modernidad, Josetxo Beriain (compliador) Ed. Anthropos. (pp. 33-71)
- Giddens, A. (1995). La Constitución de la Sociedad, Capítulo 1: “Elementos de la Teoría de la Estructuración” (pp. 39-75). Amorrortu.
- Latour, B. y Callon, M. (1981). “Unscrewing the big Leviathan: How actors macrostructure reality and how sociologists help them to do so,” en K. Knorr-Cetina y A.V. Cicourel (eds.), Advances in Social Theory and Metholodology: Toward an Integration of Micro- and Macro-Sociologies, London: Routledge & Kegan Paul, 1981, pp. 277-301
- Latour, B. (1995). “Dádme un laboratorio y moveré el mundo,” en Juan Manuel Iranzo (ed.) Sociología de la Ciencia y la Tecnología, Madrid: Editorial CSIS, 1995, pp. 237-257
- Latour, B. (2002). “On Interobjectivity,” en Mind, Culture and Activity, Vol. 3, No. 4, 1996, pp. 228-240
- Lenin, V. I. (1905). The Denouement is At Hand. Lenin Collected Works, Progress Publishers, 1972, Moscow, Volume 9, pages 447-454.