Marx y Bourdieu: Sobre la constitución de la estructura social actual

Insertos en el paradigma estructuralista –Bourdieu de manera explícita, y Marx ex post– y a pesar de abarcar problemáticas y análisis temáticamente divergentes, podría plantearse que los cuerpos teóricos de ambos autores surgen desde un supuesto central concerniente a la constitución de lo real de la estructura social. El problema a tratar en este ensayo referirá a la forma en que ambos autores abarcan el proceso de naturalización de la estructura social, o en otras palabras, la forma en que la organización normal o evidente de la sociedad llega a ser constituida como tal.

 

“Lo que se presenta hoy en día como evidente, asumido, establecido de una vez por todas, fuera de discusión, no siempre lo ha estado y sólo se ha ido imponiendo como tal paulatinamente: la evolución histórica es lo que tiende a abolir la historia, en particular al remitir al pasado, es decir, al inconsciente, los posibles laterales que han sido descartados y hacer olvidar de este modo que la «actitud natural» de la que hablan los fenomenólogos, es decir, la experiencia primera del mundo como algo que cae por su propio peso, constituye una relación socialmente elaborada, como los esquemas perceptivos que la posibilitan.”

Bourdieu, P. 1999.
Violencia simbólica y luchas políticas.
pp. 229-230.

“Cuando, por ejemplo, se define la relación de salarios y utilidades, esto se explica en función de los intereses de los capitalistas; en otras palabras, lo que debe explicarse se da por supuesto. (…) Comencemos nuestra explicación, como lo hace el economista, a partir de una condición primaria legendaria. Esta condición primaria no explica nada; simplemente difiere la cuestión a una distancia gris y nebulosa. Afirma como hecho o acontecimiento lo que debería deducir, o sea, la relación necesaria entre dos cosas; por ejemplo, entre la división del trabajo y el cambio. Así como la teología explica el origen del mal por la caída del hombre; es decir, afirma como hecho histórico lo que debería explicar.”

Marx, K. 1962 (1844).
El trabajo enajenado.
p. 104.

Marx se refiere al desarrollo intelectual efectuado por la economía política anterior a él como deficiente debido a su carácter meramente descriptivo, plagado de supuestos que son aceptados de manera acrítica. Este argumento, introducido apenas al inicio de El trabajo enajenado, tiene relación con parte central de la obra de Marx, en la cual se sostiene que es la dimensión material la que determina al mundo subjetivo o de las ideas, y no al revés: “la crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra” (Marx, 2004). Desde aquella concepción materialista, se plantea que los grupos sociales cuyo poder pueda incidir en la configuración de las actividades humanas se verán en la posición de plasmar sus lógicas y subjetividades como matrices para la reproducción y aceptación social del modelo que encabezan: “la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. (…) Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes” (Marx, 1974, p. 50), comprendiendo que las manifestaciones subjetivas de los sujetos (disposiciones en Bourdieu) sólo se dan enmarcadas en sus condiciones materiales de posibilidad, dictadas por su contexto socio-histórico.

Bourdieu, en la cita seleccionada, levanta un argumento similar al planteado por Marx al sostener que lo socialmente evidente hoy; es decir, las ideas que constituyen hegemonía o bien son las dominantes en el presente, son en realidad un producto del devenir histórico cuyos orígenes han sido activamente ocultados y manipulados para posicionar al orden social imperante como legítimo, a través de la naturalización de las condiciones actuales. Esta naturalización refiere a la forma “mágica, al margen de cualquier coerción física” en que la fuerza simbólica incorpora en los sujetos la idea actual de estructura social en base a “disposiciones previamente constituidas”, mediante la influencia de discursos performativos (Bourdieu, 1999, p. 223) que producen y reproducen los cuerpos y disposiciones afines a las relaciones sociales del presente.

Las disposiciones aparecen como “casi natural(es)” (Ídem) debido al habitus, i.e., el contenido de dichas disposiciones que define la forma en que el sujeto se enfrenta a lo real, internalizadas mediante la exposición y/o participación activa y cotidiana dentro de las “interacciones caracterizadas por las estructuras de dominación” (Bourdieu, 1999, p. 223), o bien podríamos decir,  las relaciones sociales de producción en Marx. Entonces, podría plantearse que, a un nivel abstracto y macrosocial, “el objeto producido por el trabajo, su producto” –es decir, la estructura material de la sociedad– “se opone ahora a él como un ser ajeno, como un poder independiente del productor” (Marx, 1962, p. 105), en tanto la experiencia mediada por disposiciones internalizadas los inclina a actuar y expresar los discursos posibilitados por el modo productivo imperante, lo cual a su vez no es sino la participación ineludible en la reproducción del mismo. Así como Marx explica que la propiedad privada es la causa y no el fundamento del trabajo enajenado, y los dioses son “el efecto de la confusión del entendimiento humano” (Ibíd., p. 115), podría plantearse que la estructura de disposiciones descrita por Bourdieu son producto de las relaciones sociales de producción de un momento histórico dado; pero dicha relación sería circular, en vista de que “la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos” (Marx, 1978); es decir, justamente a lo postulado inicialmente por Bourdieu en la cita seleccionada respecto del origen histórico de lo establecido (Bourdieu, 1999, p. 229).

Otro aspecto común a las dos obras que albergan las citas seleccionadas remite a la caracterización que ambos autores dan a la ficción fundante del sistema. Cuando Marx critica la “condición primaria legendaria” (Marx, 1962, p. 104) en la que se basa la economía política clásica, critica la misma abolición de la historia a la que alude Bourdieu en la cita seleccionada; una abolición que procura invisibilizar la paulatina irrupción bélica, colonialista, elitista y violenta del capitalismo en el orbe, tal como plantea Karl Polanyi (1944), o Marx cuando comenta en El Capital que “el capital (viene al mundo) chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies”. El acontecimiento que la economía política afirma pero no deduce, y que el discurso hegemónico evita explicar a toda costa, corresponde al “acto de instauración de la ley”, o sea, el ejercicio de violencia desatado de forma previa a la ley con objetivo de establecerla (Bourdieu, 1999, p. 221) mediante el ejercicio de la coerción directa. Sobre esta “ingente labor previa” se sostienen luego los discursos performativos que posibilitan el campo de posiciones y disposiciones legitimas al campo del poder (Ídem) que los sujetos hacen propios mediante la socialización. Por sobre este evento originario, fundante en nuestro caso del modo de producción capitalista, la historia es abolida y reemplazada por una “ficción fundadora pensada para ocultar el acto de violencia” (Ídem). De esta manera, el estado de normalidad adjudicado hoy al modo de producción capitalista refiere –según Bourdieu– al efecto de quienes ostentan las posiciones objetivas del capital en tanto poder (material, cultural, social), o bien, al ejercicio de poder ideológico por las clases dominantes –según Marx.

Referencias:

  • Bourdieu, P. (1999). Meditaciones Pascalianas. Capítulo 5: Violencia Simbólica y Luchas Políticas. Madrid: Anagrama. (pp. 217-271)
  • Marx, K. (1962). El trabajo enajenado, en Manuscritos Económico-Filosóficos, contenidos en Erich Fromm, Marx y su concepto del hombre, FCE. (pp. 103-118).
  • Marx, K., & Engels, F. (1974). La Ideología Alemana (5 ed., pp. 1–752). Montevideo: Pueblos Unidos.
  • Marx, K. (1978). El 18º Brumario de Luis Bonaparte. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras.
  • Marx, K. (2004). Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (pp. 47–63). Buenos Aires: Signo.
  • Polanyi, K. (1944). La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. Madrid: Ediciones de La Piqueta.