Extractos y notas: Julia Kristeva – Stabat Mater

La maternidad es la función del otro sexo.

No se puede decir lo que es una mujer, pero quizás sí lo que es una madre:

¿Qué es lo que, en esta figura maternal que, única en su sexo, rechaza ambos sexos, ha podido atraer tanto los deseos de identificación de las mujeres como las intervenciones precisas de los que se encargan de vigilar el orden simbólico y social?

Sacralización de la relación con la madre:

vivimos en una civilización en la que la representación consagrada (religiosa o laica) de la femineidad es absorbida por la maternidad. Sin embargo, si se mira con atención, esta maternidad es la fantasía que alimenta el adulto, hombre o mujer, de un continente perdido: además, se trata menos de una madre arcaica idealizada que de una idealización de la relación que nos une a ella, ilocalizable, de una idealización del narcisismo primario. 209

Una parte del feminismo niega o rechaza la maternidad al considerarla como la imagen y sus abusos de este concepto idealizado

El cristianismo es la construcción simbólica más refinada que restringe la feminidad a lo maternal. 209

Esta reabsorción de la femineidad en lo Maternal, reabsorción propia de numerosas civilizaciones, pero que el cristianismo lleva, a su modo, al apogeo ¿será simplemente la apropiación masculina de lo Maternal, que, según la hipótesis adoptada por nosotros, no es más que una fantasía que oculta el narcisismo primario? ¿O bien podríamos ver en ella, además, el mecanismo de la enigmática sublimación? 210

Sin embargo, desde esta óptica, hay dos preguntas que quedan sin respuesta: ¿qué es lo que, en la representación de lo Maternal en general, y en la representación cristiana, virginal, de lo Maternal en particular, que calma la angustia social y sacia a un ser masculino, satisface también a una mujer, de modo que la comunidad de los sexos se establece por encima y a pesar de su flagrante incompatibilidad y su permanente guerra? ¿Qué es lo que, por otra parte, en lo Maternal no tiene en cuenta lo que diría o querría una mujer, de modo que cuando las mujeres toman hoy la palabra su descontento se refiere fundamentalmente a la concepción y la maternidad? 211

Relación entre sexo y muerte:

El ascetismo del siglo IV, desarrollado por los Padres de la Iglesia, se injertará en esta corriente apócrifa para desarrollar y racionalizar el postulado de la inmaculada concepción. La demostración se basará sobre una relación lógica simple: la implicación entre la sexualidad y la muerte. Dado que se implican mutuamente, no se podría evitar una sin eludir la otra. Este ascetismo aplicable a los dos sexos es vigorosamente formulado por San Juan Crisóstomo (De la virginidad: «Pues donde hay muerte, hay también copulación sexual; y donde no hay muerte, no hay tampoco copulación sexual»); aunque combatido por San Agustín y Santo Tomás, ha seguido irrigando la doctrina cristiana. 213

Representación de María con opulencia:

es ella, mujer y madre, la que se encarga de representar el supremo poder terrenal. Cristo es rey, pero ni él ni su Padre son imaginados con coronas, diademas, ricos atavíos y otros signos externos de abundantes bienes materiales. Es la Virgen Madre la que centraliza esta opulenta infracción del idealismo cristiano. 217


La mujer es hiperabstracta, diferente o heterogénea:

Una mujer sólo podrá elegir entre vivirse hiperabstracta («inmediatamente universal», decía Hegel) para merecer así la gracia divina y la homologación con el orden simbólico o simplemente diferente, otra, caída («inmediatamente particular», decía Hegel). Pero no podrá acceder a su complejidad de ser compartida, heterogénea, pliegue-catástrofe-del-«ser» («nunca singular», decía Hegel). 220

La madre evoca un retorno de lo reprimido

La Madre y sus atributos, que evocan la humanidad dolorosa, se convierten así en los representantes de un «retorno de lo reprimido» en el monoteísmo. Restablecen lo no verbal y se presentan como el receptáculo de una modalidad significante más próxima a los llamados procesos primarios. 221

El amor materno remite a la primera infancia:

Este amor, del que el amor divino no será más que una derivación, no siempre convincente, es quizá psicológicamente un recuerdo, sin llegar a las primeras identificaciones, del cobijo primitivo que aseguraba la supervivencia del recién nacido. 223

Función de la imagen virginal:

—La Virgen asume su denegación femenina del otro sexo (del hombre), pero lo subyuga oponiendo al otro una tercera persona: Virgen, yo no concibo de ti, sino de El, Esto da una concepción inmaculada (sin hombre ni sexo, por tanto) pero concepción de un Dios en cuya existencia una mujer está para algo con la condición de reconocerse sometida.

—La Virgen asume el deseo paranóico de poder haciendo de una mujer una Reina de los cielos y una Madre de las instituciones terrenales (Iglesia). Pero consigue yugular esta megalomanía arrodillándola ante el niño-dios.

—La Virgen anula el deseo de homicidio o de devoración por una fuerte investidura oral (el pecho), por la valorización del dolor (el llanto) y por la incitación a reemplazar el cuerpo sexuado por el oído del entendimiento.

—La Virgen asume la fantasía paranoica de estar excluida del tiempo y de la muerte por la muy halagieña representación de la Dormición o de la Asunción.

— La Virgen se adhiere a la exclusión de la otra mujer (que es sin duda fundamentalmente una exclusión de la madre de la mujer) proponiendo la imagen de Una mujer como Unica: única entre las mujeres, Única entre las madres, única entre los humanos por ser sin pecado. Pero este reconocimiento de la aspiración a la unicidad es inmediatamente anulado por el postulado de que la unicidad sólo se alcanza a través de un masoquismo exacerbado: una mujer concreta digna del ideal femenino que la Virgen encarna como polo inaccesible no podría ser más que monja, mártir o, si está casada, llevando una existencia que la extraiga de esta condición «terrenal» y la consagre a la más alta sublimación ajena a su cuerpo: el gozo prometido. (226-228)


Apuntes y ensayos sobre estudios de género, sociología del cuerpo y teoría feminista por Bastián Olea Herrera, licenciado y magíster en sociología (Pontificia Universidad Católica de Chile). bastimapache