“Las ideas de las clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.” (Marx, 1974, p. 50)
En esta lapidaria sentencia, Marx establece la base que conforma la teoría de las ideologías, cuyo florecimiento se vería luego de la década de los ’60, con la (tardía) traducción de sus Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844. La concepción crítica de la conformación de los discursos en la sociedad es uno de los ejes principales de “La Ideología Alemana” de Marx y Engels, sus numerosos capítulos estando primordialmente llenos de sátira y descalificación contra la filosofía idealista de los filósofos alemanes. Desde una concepción de clase, que considera la configuración contradictoria de la economía capitalista –conformada, básicamente, por propietarios y desposeídos–, se extrae que la manifestación simbólica o especular de la sociedad (en el sentido situacionista) va ligada directamente con su funcionamiento y conformaciones materiales. Esto significa que “La crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra”, como se plantea en la Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, estipulando que es el mundo material quien determina el subjetivo, y no (al contrario) el mundo de las ideas el que defina el de los humanos. Aquellos grupos cuyo poder pueda incidir en la configuración de las actividades humanas se verán en la posición de plasmar sus lógicas y subjetividades como matrices para su reproducción y aceptación social. Detrás de este pensamiento se encuentra la filosofía del determinismo económico, pieza clave del pensamiento marxista moderno. Continua leyendo “Democracia, y la sociología como arma de la crítica”